El arquitecto canadiense que nos deja a la mayoría con la boca abierta ante sus edificios, ha recibido este mes de mayo el premio Príncipe de Asturias de las Artes 2014 a los 85 años de edad.
Se podría decir que Frank Gehry puede ser el único arquitecto admirado tanto por la crítica como por el público. Sus obras mezclan la falta de límites que tienen las obras de arte con algo tan estricto como son las leyes de la física. Su arquitectura es arriesgada como lo es el trabajo de un artista, de hecho su vida se vio muy ligada a aquellos que conformaron las corrientes artísticas de los años 60, no eran intelectuales, pero hacían lo que les apetecía y esto es, sin duda, lo que hace Gehry, simplemente lo que le apetece.
Gehry medita durante meses sobre todas las posibilidades antes de dar comienzo al proceso creativo de una nueva obra, teniendo en cuenta en primer lugar los deseos del cliente y finalizando con los detalles, sin dejar a un lado el control del presupuesto. Pasado un tiempo el proyecto se ha creado en su cabeza y, por fin, se sienta en la mesa y como si de un robot se tratase su mano con un lápiz traslada a un papel lo que hasta ahora, y durante varios meses, había estado sólo en su imaginación. Esta es la descripción de su proceso creativo, pero no acaba aquí, ahora vienen las maquetas con papel y cinta adhesiva y los miles de cambios que surgen en la colocación de cada pieza de papel que Gehry retuerce con sus propias manos y que después convierte en realidad.
A nuestro arquitecto de hoy le gusta garabatear y extraer de ese garabato su nueva creación, él mismo dice que disfrutaba de pequeño dibujando con su padre, y cuenta también cómo con las astillas que su abuela usaba para el fuego él creaba carreteras y edificios para jugar. Sin duda, su más tierna infancia ya bosquejaba un futuro gran arquitecto.
Pasaron muchos años en los que no se salió de los movimientos de la época hasta que Gehry, en una velada en casa con uno de sus clientes, se atrevió a romper con todo y convertirse en un arquitecto-artista. En definitiva, lo que siempre había sido: un escultor que estudió arquitectura.
El nuevo Gehry busca una arquitectura cada vez más libre, con líneas virtuosas y formas complejas, en la que la luz y su reflexión es un factor primordial, siendo además único en la elección de materiales, cada cual más inusual dotando a sus obras de una calidad artística inigualable. Pero todas estas características no esconden la funcionalidad de sus esculturales edificios, pues realiza un trabajo arquitectónico minucioso, mil veces revisado y perceptible en sus famosos bocetos y maquetas.
Concederle el premio Príncipe de Asturias de las Artes implica valorar por fin la arquitectura como él mismo siempre la ha entendido: “como un arte por encima de cualquier otra implicación o consecuencia”.
Para saber más, aquí te dejamos el documental “Apuntes de Frank Gehry”, primer largometraje del cineasta Sydney Pollack sobre su amigo, la leyenda viva de la arquitectura Frank O. Gehry.
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